viernes, mayo 01, 2009

Oye.

Dos viejos amigos paseaban por Madrid. Uno de ellos hacía diez años que había ido a vivir allí, mientras que el otro había seguido toda su vida en el pueblo en el que los dos habían crecido. Iban hablando por la calle, y sus palabras se mezclaban con las voces de los otros peatones y los insoportables ruidos de máquinas y coches.
En un momento, el chico del pueblo se detuvo y dijo: “Oigo un grillo”.
“¿Cómo vas a oir un grillo? –dijo el otro-. ¿Cómo podría ser que lo oyeses entre tanto ruido?”
El primero, sin decir nada, guiándose por su oído, se dirigió ciegamente a torcer una calle, miró a los pies de dos árboles, y en el segundo, ahí estaba: un grillo.
El amigo, asombrado, soltó una carcajada y dijo:
-¡Qué fenómeno! Tienes suerte chico… me parece que a mí el ruido de estas calles me ha dejado sordo.
-No, no es eso… Cada uno oye lo que le interesa
-No seas modesto!
-No es modestia!
Sonrió, y metió la mano en el bolsillo. Entonces dejó caer al suelo un puñado de monedas, y todo Madrid se giró a mirar.





Creo que más o menos así era la historia que Ansley nos contó mientras hablaba de la importancia del oído. Había preguntado a sus amigos, y todos dijeron que preferirían ser sordos antes que ciegos, excepto una amiga suya.
“Después de todo, cómo te peinas, qué ropa te pones, qué coche te compras… sólo lo haces para que la gente te pregunte qué tal estás”.


Marz

2 comentarios:

Guy Fawkes dijo...

¡qué guay!
escribe más a menudo, que pase lo que pase siempre podrás comprarte un teclado braille ^^.

¿cómo va eso? ¿cuánto tiempo no?

;)

Skale dijo...

qué grande xD
esta entrada debería ser copypasteada para el blog del absurdo =3

por cierto, ¿lo de editar a Peludo iba en serio? xD