domingo, agosto 29, 2010

Los años pozos

Anoche fue nochevieja. Como tantas otras casi-vísperas de septiembre.

El año nuevo 21 D.d.M. aparece en blanco totalmente, expectante a los resultados de exámenes, matrículas, entrevistas, y también de personas y otras cosas que no dependen enteramente de lo poco productivo que hayas sido en verano (thanks God). Aparece con un año viejo bastante difícil de superar, y desde hoy, con una falta de voluntad de esas contra las que no apetece luchar, que son las más envolventes, esa abulia que parece que te abraza, y te quiere, y te promete cosas.

Anoche, durante la despedida, en uno de esos míticos juegos nocturnos que se hacen con el vino malo y caliente, cambiamos los números por meses, en agosto se hacía cambio de sentido, sí, cambio de sentido, y en marzo me pica el culo y me lo rasco con una pala, nótese.

Y ya os empecé a echar de menos.
Porque os vais lejos ya.


Y ante los cambios de tiempo, permanece
Domina lo que no te pertenece.

Domina como edu, 10 años:

-Cuál es el nombre de tu peña edu?
-cien por cien
-aa que monada. y cuantos son cien por cien?
-(me mira serio) Mil
-no edu... mira fijate, no son mil, son diezmil...
-(me mira serio) Son mil

Ah, y punto, chavales, y no me entraron ganas de replicar, quién soy yo para andar convenciendo a un niño de lo contrario. Las matemáticas de nuestros tiempos pueden ser bastante variables, y en ello confío. Las matemáticas le han hecho pocos favores a los hombres en la historia de la humanidad, con sus incógnitas, sus estadísticas, sus medias (de rejilla) y sus tacones altos, castigando y conquistando, pero así de guapas como se ven, tampoco son tan exactas, tan predecibles.

Y así, los 20 años no acabarán de terminar, en esencia, mientras yo no lo permita, sin caer en el error de 2005, prolongaremos la juventud eternamente mientras exista una casa vacía y tengamos espíritu de bailar con la música de un anuncio de laxante.

miércoles, agosto 04, 2010

Broadmoor

El mal de altura, el toxic hell y la cocacola en polvo sustituyen satisfactoria y temporalmente a todos esos clásicos males que me esperan impacientes en mi viejo continente.
Besos para ellos, mi más sincero afecto.


Me sonrió el aparcacoches
a la entrada del hotel
dentro había un lago
dentro del lago sentí mirarnos

Y era una barca
su mirada en la mía
o un café caro dejado en la mesa
o patos contratados

Me miró y sentí otra vez
que no era ese mi sitio
de gente podrida de dinero
y de tirar de un uso las toallas del lavabo

Y él sabía que no era mi sitio
y me sonrió casi enamorado
como yo

Tenía granos en la cara
y una pajarita atada
a su cuello falso
(en el verdadero
yo le besaba en el lago)



Marz