viernes, mayo 21, 2010

"aquí lo que pasa es que no hay playa"

Bajé a la calle para regresar a casa después de una tarde-noche en libreros, por mi ruta habitual: calle de los gatos, la Fonda, y un poco antes de llegar a la cruz de Aníbal, ahí estaba: el Santa Ana.

El Santa Ana antes era una hospedería de niños expósitos, se encuentra en una de esas calles de detrás de la catedral que parecen un microhábitat de Pseudoalberca. Ahora el Santa Ana es un bar de piratas. Una especie de Scumm Bar, donde dispensan grog y raptan a las gobernadoras.

Nunca se saben sus horarios, qué días, qué horas, pero cuando la vega del río comienza a parecer un lugar apacible donde pasear por las noches, cuando parece que de un momento a otro van a verse en el cielo fuegos artificiales, las puertas del bar aparecen abiertas. De nuevo, luz amarilla, gente rara riendo, perros, humo. Acaban de volver de su último viaje en nave. Parecen felices! Es verano por la noche en la costa. La cruz de Aníbal es el faro y les manda señales a los de la otra orilla para que se alegren con ellos.



Hoy comiendo en un ático en la avenida de Mirat nos ha parecido ver el mar más allá de Vecinos, nos ha gustado imaginarlo e imaginarnos en una especie de Portugal mientras tomábamos el sol en la terraza prohibida.
Y esque en enero pensé que nunca más volvería a entrar en esa casa, y hoy he querido tomarlo como un regalo.

De esta forma, tantas cosas que me han pasado en este día (en que extraoficialmente comienza el verano para mi yo interno) aparecen como breves notas en un libro de firmas de una exposición, en la que el año me cuenta todo lo que le ha gustado de sí mismo, resumiendo en unas líneas y con mala caligrafía lo mucho que ha significado para mí su paso por mi vida.

Muchos de los protagonistas del libreto de este año ahora cogen el barco (de LeChuck) y se van lejos de aquí. Sí, claro que sí, el barco es una metáfora, hay que decirlo? Nadie se va de aquí por mar. Realmente hoy he dado gracias de que de Salamanca sólo se pueda salir por tres medios. Tres, sean:

Andar
Volar
y desaparecer en el pasado

Y puesto que ya he aceptado que no puedo evitar que nadie se marche ni por aire ni por tierra, se me ha ocurrido que podría plantarle cara a esa tercera vía de escape. Así no se alejaría ninguno más de los que hacen que haya llegado a enamorarme de esta ciudad, la mía, esta ciudad que dicen que en verano (hoy) no es nada. Qué tonterías!
He vuelto a mirar con añoranza la vaguada. Ya sabéis, todo ese paseo que hay entre el faro y el mar.
Y he vuelto presente el pasado, que es a fin de cuentas la única forma que hay de que no desaparezca.

marz

jueves, mayo 13, 2010

cabeza de navegante

Yo siempre había sido una persona solitaria. Decían que yo era raro, huidizo, siniestro. No sentía realmente interés por nada, ninguna razón para hacer algo, no encontraba un refugio fuera de mí mismo. Nunca me relacionaba con la gente, no me había comunicado profundamente con nadie, nunca había dado salida a mis sentimientos y no creí que fuese a poder experimentarlo jamás.

Hasta que apareció ella.

Y de repente noté esa sensación de cuando alguien empieza a quererte. Todo mi ser oculto hasta entonces parecía no tener defectos a sus ojos, poco a poco ella fue abriéndose mas a mí y yo con ella. Me descubrió todo un mundo de sensaciones, de sentimientos; me hizo sentir que había algo en mí que yo podía comunicarlo a los demás. Me abrió un gran círculo de relaciones humanas en las que comencé a sentirme aceptado, escuchado, y hasta apreciado.


Pero ahora, la gente no me mira igual que antes. Es como si después de tanto tiempo esperasen de mí algo más de lo que ya conocen. Me miran altivos y casi desafiantes, me desprecian, creen que no me la merezco realmente y que ellos podrían amarla mucho mejor que yo. Ya no puedo dedicarle tanto tiempo como me gustaría, y aunque ella me sigue queriendo, siento que no estoy a la altura. Cuanto más la conozco, más me doy cuenta lo que me falta por saber de ella. Y lo lejos que estoy de merecérmela. Me ha hecho ver que soy una persona horrible.
Y por eso, la voy a destruir.



marz