martes, marzo 24, 2009

she stared at me II

Acepté tomar ese café con ella. Quería hablarme… de no se qué! De cómo había cambiado todo desde que no estábamos juntos. A mi eso ya no me interesaba. Ella misma no me interesaba. Y cuando la vi esperándome a la puerta de la cafetería, lo confirmé: ella había cambiado, me parecía incluso más fea, más vieja, más estropeada y carente de toda luz.

Sin embargo, cuando el café empezó a llegar por la mitad de la taza, tras oir sus explicaciones, comencé a sentirme distinto. Con cada palabra que ella pronunciaba, parecía incluso que estaba más guapa por momentos. Su pelo, el cual apartaba casi como un tic de su cara agachada, ya no parecía de alambre, sino que la luz que entraba por el ventanal lo hacía ser de nuevo de su bonito color castaño. Unas nuevas palabras de disculpa hicieron más dulce su gesto, las lágrimas suavizaban los rasgos que en un principio eran duros. Veía de nuevo el color en sus mejillas detrás de esa piel mate, y el brillo del arrepentimiento hacía que sus ojos cambiasen de un tono frío y oscuro a su color miel otra vez. Las palabras brotaban de sus labios con una voz cada vez más armoniosa, alejándose del tono áspero del inicio de la tarde.

Esa tarde renacía ante mí la chica con la que había compartido mi vida antes de que todo se viniese a pique. Allí estaba ella, echando por tierra con sus argumentos todos mis esquemas mentales acerca de nuestro problema. Sentí de que debajo de todo mi orgullo, en el fondo yo también estaba deseando verla. Que deseaba realmente que ella estuviese arrepentida de todo lo que había hecho. Ahora veía que así era, que ella me quería.

Y entonces, según siguió hablando, noté cómo incluso su ropa comenzó a cambiar. Su camiseta y sus vaqueros empezaban a transformarse en un vestido largo, rosa y pomposo. Sus ojos tomaron color azul intenso y su media melena castaña comenzó a crecer y a tornarse cada vez más rubia y ondulada. Las palabras que ella seguía emitiendo hicieron que a su alrededor brillase el sol y el arco iris. Entraron pájaros por la ventana que revoloteaban a su alrededor, mientras su tono de voz se volvía ya completamente música. Mientras terminaba una frase, las puntas de una tiara con diamantes comenzaron a emerger de su cabeza.

Entonces me di cuenta.

“Está mintiendo… está mintiendo desde el principio”

Horrorizado, me levanté rápido de mi asiento. Sin decir nada, dejé el dinero en la mesa y recogí rápido mis cosas. Y allí la dejé con todo su aura, llorando y gritándome unas últimas palabras antes de que me fuera, mientras ahora su silla se elevaba formando un torreón de piedra, mientras delante de ella aparecían rejas, y un dragón llegaba para custodiarla. El cielo rojo y gris se quedó con ella cuando me alejé.


Marz

lunes, marzo 16, 2009

some dinosaurs never die

...o de como una pelirroja consiguió un gran número de seguidores en cuanto Mik desapareció.


No, no vengo a reclamar un inmerecido trono. Ni a justificar mi larga ausencia. Mik aplaude a su manera (o sea, agarrando a Colón por la solapa con la mano derecha y abofeteándole con la izquierda) el logro de Marz.

Marz es una artista nata, toca y escribe con un gran sentimiento y habilidad (y esa acidez tan característica de cuando está inspirada). Eso sí, no pienses que por ello me vas a robar la buhardilla húmeda y destartalada, y que vas a acaparar todo el vino aguado y el pan duro. Oh si, ¡eso me lo he ganado a pulso! Tras largos años de dura lucha contra un mundo que no me deja ni practicar la nigromancia como carrera, y ni siquiera encuentro una escuela donde me enseñen a hacer bolas de fuego (¿y quién no adora el fuego?) merezco una compensación.

Aunque siempre me quedará la guitarra eléctrica, ese instrumento que puede revivir a los muertos (y matar a pijos y perroflautas), crear ardientes ritmos, y hacer vibrar al mundo entero. Por ello Mik no hace mucho decidió vender uno de sus riñones para mejorar su preciada guitarra.

Sí, habéis leído bien, uno de mis riñones. Sé que ahora, queridos seguidores, estaréis alarmados, pensando: "¡¿Y como filtras ahora los líquidos, si un riñón era para Whisky y otro para Vodka?!". Eso demuestra que no me conocéis lo suficiente, y por ello no merecéis ser llamados seguidores (y menos aún queridos) pero como soy un dios magnánimo, os lo perdonaré después de que me hayáis adorado durante los próximos 10 eones.

Está claro que lo que hice, naturalmente, fue dirigirme a la comunidad de perroflautas mas cercana y embolsarme 15 riñones (el que sólo tenía un riñón debía ser también guitarrista).


Lo hice, y sé que Gregory Samsa habría hecho lo mismo en mi lugar.




Mik