martes, enero 06, 2009

she stared at me

Estaba seria, pero a mí me encantaba. Ni siquiera se había preocupado en peinarse o en vestirse bien, pero estaba preciosa. Me había dicho que tenía que decirme algo, yo se lo recordé, y entonces me miró a los ojos. Sus ojos, que eran todo el territorio que yo necesitaba. Empezó a hablarme sin desviarlos.

-Verás... cuando empezaste a salir conmigo, ya sabías que yo era una persona inestable, ¿no? Que era polar.

¿"Que era polar"? ¿Y qué es lo que ella veía de malo en eso, qué es lo que yo debería ver? Polar, como todas esas tierras blancas prácticamente vírgenes, naturaleza en estado puro, explosión de luz. Su piel, sus abrazos, tiernos como los de osos polares. Kilómetros y kilómetros de agua en todas sus formas, vida, para ella y para mí. ¿Lo imagináis? Nosotros dos solos ante esa inmensidad, dueños de toda esa belleza. Seis meses de eterno día junto a ella, seis meses de continua noche a su lado.

-Pues bien... ayer te quería... pero hoy ya no.


Solo entonces sentí el hielo.



Marz